Los océanos cubren más del 90% de la superficie habitable del planeta y albergan más de 250.000 especies conocidas. Entre ellas, por supuesto, los hidrocarburos (quién no recuerda la tragedia del Erika), que provocan mareas negras que devastan la biodiversidad. También está la pesca fantasma, responsable de la muerte de más de 136.000 ballenas, delfines, focas, tiburones, tortugas y aves marinas (fuente).
Los residuos marinos, y más concretamente los residuos plásticos, son también una gran presión para este medio y sus especies. El tiempo medio de uso de una bolsa de plástico es de 20 minutos, y se calcula que tarda 500 años en descomponerse en el medio ambiente (en micropartículas y luego en nanopartículas de plástico). Estas presiones humanas se suman a las naturales, como las tormentas y las enfermedades.
Este año, una variante H5N1 de la gripe aviar está afectando especialmente a las aves marinas. Los alcatraces septentrionales se ven especialmente afectados por esta crisis de una virulencia sin precedentes. La colonia de sept-îles fue diezmada en pocos meses por la pandemia. En este contexto, es más importante que nunca preservar la población de aves durante este difícil periodo. Aunque es imposible hacer nada contra la gripe aviar, sí podemos aportar nuestro granito de arena para reducir las presiones que ejercemos sobre nuestro medio ambiente.
La LPO ha publicado un FAQ sobre la gripe aviar, así que no dude en consultarlo para saber más.